sábado, 7 de septiembre de 2019
Coma inducido por mí
La luna asoma. Veo miradas. Son-risas y risas. Imagino. Tu mirada, tus ojos, tu piel y tus labios. Sueño. Alcohol. Me espabilo. Primera botella: paseamos juntos por la orilla de una playa. Segunda botella: gente alrededor hacen mil figuras y bailan. Tercera botella: sueño grande y ventosas por mi cuerpo. Electro shock. Electro schock. De coma en coma. La última aunque esto ya es un punto y a parte. Si estás leyendo esto es que me ha matado algo de lo que me alimenta desde que no me cocinas. Aquella ensalada de olivas —tus ojos—, pétalos de amapolas —tus labios— y con poco más te apañabas y eras yo quien iba a la cocina a por él. Y no había polvo mañanero a caso que fuera por ti —que tú quisieses—. Ya nos acostamos ayer. No hacemos el amor, el amor nos hace o a veces incluso lo hacemos nosotros; innovando. Durmiendo piel con piel fundiéndose en una misma carne. Enredar mi mano en tus tres ces (cuello, cara, cabello) y todo debajo de las sábanas. Qué mundo nos inventamos. Y ahora solo me queda quitarme un día todas las lágrimas posibles para estar otro tiempo en frialdad. Falsa frialdad. Acumulación de mierda sin utilizar hasta reventar. Boom. Adiós tensión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario