domingo, 9 de junio de 2019

Se ve en el metro

—Buenas tardes. Estoy en el paro. La visión la tengo mal, y estoy esperando a que me operen. En la mano tengo una minusvalía que me impide trabajar desde hace tiempo. Tengo clines, si me dieseis, na más que la voluntad, podéis cogerlo también si queréis. Buenas tardes —Va pasando por delante de cada persona—. Buenas tardes...
Un chico le contestó: buenas tardes ¿Cuál es tu nombre? Él le contestó: Luís ¿tú?
Yo Aarón, si quieres puedes desahogarte conmigo; tengo toda la línea 4 por delante. ¿De verdad te interesa? Aarón no tuvo tiempo de responderle. 


Yo trabajaba en la Mutua hasta que mi jefe me despidió. Creía conocerle, pero no.
Mi jefe, Juan Miguel, fue un gran compañero, hasta que se hizo millonario y jefe de la empresa.
En una conversación corta que tuvimos me contó su última aventura. Para que entiendas un poco más la historia, te diré que era un fetichista bastante extraño.
Tenía un concepto del sexo que a mí me parecía bastante raro; prefería enamorarse de prostitutas, yonquis y chicos bailarines, vestirlos con corbata y traje, ir a un pueblo, entrar a la iglesia, ponerse una sotana y encerrarse en el campanario dos o tres días.


Julia trabajaba en un puticlub, hasta que un día un narco, compinchao con su chulo, intentó hacer negocio metiendo bolitas de marihuana en su coño. Cansá de tanta dominación, decidió fugarse . Cuando su chulo se enteró, pensaba que podía haberle contao algo a la policía, así que movió tos los hilos de los que pudo tirar pa encontrarla y que le pagase de alguna forma los 12.000.000 de euros que le había hecho perder. 



Cuando Juan Miguel estaba solo en las iglesias, solía entrar para entretenerse a los confesionarios. 


Julia se había encontrao un periódico en un banco de su barrio. Ahí leyó que en un pueblo llamado Puertollano se iba bendecir un museo a una tal Cristina Rodero, una fotógrafa, unió cabos y pensó que entre curas y artistas pues iba a ver dinero, así que decidió irse para allá.
Esperó a que terminara la misa de las 11:00, y a mediodía se puso de rodillas en el confesionario.
A Julia le cayó muy bien ese sacerdote que se reía y le decía <<Tampoco es pa tanto>> a todo lo que le iba contando. Debía mucho dinero. No pasa na muchacha. Era prostituta. No pasa na. Terminó por entrar de rodillas al confesionario para quitarse sus pecados. 


Cada vez que se veían, Juan Miguel empezó a meterle en el coño un millón de euros; así durante un par de semanas. Los dos millones sobrantes le dijo que eran para cuando se apagase la llama de su amor, se fuese donde le diese la gana. 


El teniente Enrique sabía que mil euros en el suelo de un campanario era algo sospechoso así que mandó a la científica los dos billetes de 500 pa que los examinasen. Las huellas eran las de Juan Miguel y Julia. Como se suele hacer, el policía les investigó, y se ve que no le cuadraba que un empresario y una prostituta estuviesen juntos así que decidió el solito ponerle un micrófono a Julia sin que nadie se diese cuenta. 


Como ella tenía ya to el dinero que debía, se pasó por su antigua casa pa entregarlo, y ahí fue donde la cagó y se acabó lo que se daba.


Dos furgones blindados llegaron al campo donde se encontraba la casa del putero, a Julia la habían matao ya, luego supieron que había sio uno de los policías chivatos mandado por el capo de los narcos. 


Tanto a mi jefe, le cogieron por saber en todo momento donde estaba su amante. Esa misma tarde por lo que se ve le había mandao varios mensajes de voz que decía <<Julia habla con tu chulo o con quien haga falta, pero con los narcos y los jefes del cartel no, por favor, no me hagas esto>>.

—Me cago en la puta, dijo, joder, que me he quedao rayadísimo. Me gustaría pedirte el móvil, pero supongo que...
—Lo vendí —dijo cruzándose de hombros.
—Bueno, en ese caso el próximo lunes nos vemos, ¿no?
—Perfecto, muchas gracias Aarón —y le dio un abrazo sintiéndose el ser más desahogado del planeta.